Hidrocortisona es un corticosteroide con acción predominantemente glucocorticoide. Posee una potente acción antiinflamatoria y efectos inmunodepresores, que se producen sobre todo a través de la inhibición de varias citoquinas. Tiene también efectos metabólicos, ya que facilita la absorción de sustancias endógenas y afecta la función del sistema cardiovascular, renal, muscular y del SNC.
HIDROCORTISONA ION está indicada en sustitución en insuficiencia suprarrenal primaria (enfermedad de Addison y sindrome adrenogenital) e insuficiencia suprarrenal secundaria (debido a hipopituitarismo). En el primer caso conviene combinarlo con un mineralocorticoide.
Para las siguientes indicaciones, la hidrocortisona o la cortisona no son preparaciones de primera elección, pero pueden usarse como terapia de choque a corto plazo: en caso de exacerbaciones graves de la EPOC; en estado asmático; como adyuvante en reacciones anafilácticas graves.
Utilizar la mínima dosis efectiva durante el mínimo período de tiempo necesario.
Adultos: Administración intravenosa o intramuscular o mediante perfusión intravenosa. La inyección intravenosa es el método de preferencia para el uso en emergencia. Después del período inicial de emergencia, se debe considerar la posibilidad de emplear una preparación inyectable de acción prolongada o una preparación oral. La duración de la administración intravenosa depende de la dosis; puede variar de 30 segundos 100 mg a 10 minutos 500 mg o más.
En general, solo se deben administrar dosis altas de corticosteroides hasta que el estado del paciente se haya estabilizado (por lo general, en el periodo entre las 48 y 72 horas).
La dosis inicial de este medicamento es de 100 mg a 500 mg o más, según la gravedad de la afección. Esta dosis puede repetirse a intervalos de 2, 4 o 6 horas según lo indique el estado clínico del paciente.
Población pediátrica: La dosis de este medicamento en pediatría se rige más por la gravedad del estado y la respuesta del paciente que por la edad o el peso corporal. La dosis puede reducirse para estos pacientes, pero no debe ser inferior a 25 mg al día.
El tratamiento con glucocorticoides puede, incluso en el caso de dosis bajas, dar lugar a los siguientes efectos secundarios: Infección oportunista, infección enmascarada, infección (activación de la infección, incluida la reactivación de la tuberculosis). Sarcoma de Kaposi, crisis de feocromocitoma. Leucocitosis. Hipersensibilidad al fármaco, reacción anafiláctica, reacción anafilactoide. Síndrome de Cushing, supresión del eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal, sindrome de abstinencia de esteroides. Acidosis metabólica, retención de sodio, retención de líquidos, alcalosis hipopotasémica, dislipidemia, tolerancia reducida a la glucosa; aumento de los requisitos de insulina o agentes hipoglucemiantes orales en diabéticos, lipomatosis, aumento del apetito. Trastorno afectivo (incluyendo depresión, estado de ánimo eufórico, labilidad afectiva, dependencia de drogas, pensamientos suicidas), trastorno psicótico (incluyendo manía, delirios, alucinaciones y esquizofrenia), trastornos mentales, cambio de personalidad, estado de confusión, ansiedad, cambios de humor, comportamiento. anormal, insomnio, irritabilidad, exacerbación de un comportamiento psicótico preexistente. Lipomatosis epidural, aumento de la presión intracraneal, hipertensión intracraneal benigna, convulsiones, amnesia, trastorno cognitivo, mareos, dolor de cabeza. Coriorretinopatia, cataratas, glaucoma, exoftalmia, visión borrosa. Vértigo. Insuficiencia cardíaca congestiva. Engrosamiento del músculo cardiaco en recién nacidos prematuros. Trombosis, hipertensión, hipotensión. Embolia pulmonar, hipo. Úlcera péptica, perforación intestinal, sangrado gástrico, pancreatitis, esofagitis, distensión abdominal, dolor abdominal, diarrea, dispepsia, náuseas. Angioedema, hirsutismo, petequias, equimosis, atrofia cutánea, eritema, hiperhidrosis, estrías cutáneas, erupción cutánea, prurito, urticaria, acné. Debilidad muscular, mialgia, miopatía, atrofia muscular, osteoporosis, osteonecrosis, fractura patológica, artropatía neuropática, artralgia, retraso del crecimiento, fractura por compresión espinal, rotura de tendón. Menstruación irregular. Disminución de la cicatrización, edema periférico, fatiga, malestar, reacción en el lugar de la inyección. Aumento de la presión intraocular, disminución de la tolerancia a los carbohidratos, disminución del potasio en sangre, aumento del calcio en la orina, aumento de la alanina-aminotransferasa, aumento de la aspartato-aminotransferasa, aumento de la fosfatasa alcalina en sangre, aumento de la urea en sangre, supresión de reacciones a las pruebas cutáneas, aumento de peso.
Se debe emplear la dosis mínima eficaz de glucocorticoides y reducirla gradualmente cuando sea posible. Estos fármacos pueden aumentar la susceptibilidad a infecciones, enmascarar síntomas de las mismas y permitir la aparición de nuevas infecciones durante el tratamiento. Siempre que sea posible, debe identificarse el patógeno responsable antes de iniciar terapia. Las vacunas inactivadas pueden administrarse, aunque con menor eficacia; las vacunas vivas no están contraindicadas si la dosis no es inmunosupresora. En tuberculosis activa, su uso debe restringirse a formas fulminantes o diseminadas, acompañado siempre de tratamiento antituberculoso. En tuberculosis latente o reactividad a tuberculina, se requiere vigilancia estrecha y quimioprofilaxis. El uso prolongado puede producir supresión del eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal, lo que lleva a insuficiencia suprarrenal secundaria, que puede ser grave si se suspende el tratamiento bruscamente. El síndrome de abstinencia puede incluir síntomas como náuseas, fiebre, dolor muscular y pérdida de peso. En situaciones de estrés, puede ser necesario aumentar la dosis de glucocorticoides. El uso de glucocorticoides puede inducir síndrome de Cushing o agravar el existente, elevar la glucosa en sangre, empeorar la diabetes preexistente y aumentar el riesgo de desarrollar diabetes mellitus. También pueden producir trastornos psiquiátricos (depresión, euforia, insomnio, psicosis), alteraciones oculares (cataratas, glaucoma), y deben usarse con precaución en pacientes con herpes ocular. Se ha relacionado el uso prolongado con lipomatosis epidural y miopatía aguda, sobre todo en combinación con bloqueadores neuromusculares o en pacientes con miastenia grave. En cuanto al aparato cardiovascular, pueden empeorar la hipertensión, provocar retención de líquidos e insuficiencia cardíaca, especialmente en dosis altas o ciclos prolongados. En el sistema gastrointestinal, pueden enmascarar síntomas de úlceras, hemorragias o perforaciones, lo que dificulta el diagnóstico precoz. También se ha reportado pancreatitis aguda. En enfermedades hepáticas, el metabolismo de la hidrocortisona se ve alterado, aumentando su efecto. En insuficiencia renal también deben administrarse con precaución. No se recomienda su uso en lesiones cerebrales traumáticas ni en ACV, ya que podrían ser perjudiciales. El uso concomitante con inhibidores del CYP3A, como cobicistat, puede aumentar el riesgo de efectos adversos sistémicos. Se han documentado casos de crisis de feocromocitoma tras la administración de corticosteroides, potencialmente mortales. Durante el tratamiento prolongado en niños y adolescentes puede producirse retraso del crecimiento, posiblemente irreversible, por lo que es fundamental vigilar su desarrollo. Se han observado casos de sarcoma de Kaposi durante el tratamiento con glucocorticoides, con remisión tras la suspensión del fármaco. En el contexto de shock séptico, su uso no se recomienda de forma rutinaria, aunque podría ser beneficioso en pacientes con insuficiencia suprarrenal. Finalmente, pueden presentarse reacciones alérgicas graves, por lo que se deben tomar precauciones en pacientes con antecedentes alérgicos.
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